Estuve lejos de casa, mis pies se enfriaron tanto que ya no sentía la tierra cuando andaba descalzo, el calor del padre sol no lo sentía, la voz del corazón ya no la oía, el agua hecha vapor ya no me purificaba. Estuve tan lejos de casa que cuando volví lloré, lloré de amor por el calor en el INIPI. Hoy volví a casa y parece que nunca me fui, vi a mis hermanos, sentí su energía y vibre con ellos, su corazón fue mi corazón, su dolor fue mi dolor y a flor de piel mi espíritu se unió con el de ellos en un solo rezo.
Estuve lejos de casa, mi trabajo me llevó lejos pero hoy me di cuenta que mi alma se quedó ahí, que una parte de mí nunca se fue, que el fuego que calentaba las piedras al rojo vivo cada semana seguía calentando mi ser aunque no estuviera cerca.
Estuve lejos de casa y aunque estuve lejos de la ceremonia, la ceremonia nunca salió de mí. Porque mis hermanos me enseñaron a rezar, a cantar y a llorar, me entregué a la abuelas y ellas me abrazaron, el sublime aroma del tabaco recorrió mis venas y volví a la montaña donde nací. ¡Ixtlan!, ¡Ixtlan! Pronto iré a donde tu estas.
