2021

En casa, mi madre solía decirnos que ir a misa cada 8 días no nos daba el derecho a juzgar y criticar a los demás entre semana. Por eso disfruto más del año nuevo que de la navidad. Creo firmemente que las enseñanzas del maestro Jesús deben practicarse todo el año y no solo en invierno. Por otro lado, pasados 365 días tenemos la oportunidad de renovarnos en mente, cuerpo y alma más allá de la religión que profesemos, la naturaleza vuelve a enseñarnos que hay un tiempo para cultivar, otro para cosechar y otro para hibernar y renacer. 

Este año fue duro, tuve que despedirme de versiones mías que adoraba pero que me impedían crecer, me alejé de muchas personas que estimaba, algunas veces por salud mental, otras por indecisión de buscar un espacio en una agenda treintañera que exige paz y tiempo para apreciar los momentos que sabes que no volverán. También aprendí que mi metabolismo es mas lento, aprendí que mi memoria se aferra más a los recuerdos buenos que a los malos, que a estas alturas deja de odiar no por gusto si no por ahorro de energía, que la familia es más sagrada con cada día que envejecemos y que los sueños de niños no necesariamente eran ilusiones de una imaginación infantil. Aprendí que me volveré un anciano cuando pierda mi sonrisa sin importar la edad que tenga.

Quiero dar gracias a ti, que me has leído constantemente, a veces no tengo ganas de hacerlo y otras tantas escribo tanto que cuando termino me siento exhausto, pero feliz. Este tiempo me ha servido para confirmar mi amor por la escritura, doy gracias a la Diosa y al Padre creador por darme otra oportunidad de expresarme y de enviarme cada experiencia buena o mala, eso me recuerda que solo he venido a aprender y a disfrutar de este breve paso por la existencia.

Tengo planes, planes grandes para mis escritos. Espero contar contigo como hasta ahora. Que este año que inicia tengas la voluntad para crear lo que tienes pensado y también deseo que sigas teniendo un espacio en tus días para seguir leyéndome.