Mi perro y yo solemos salir en las mañanas, él siempre hace del baño pero en ocasiones yo lo saco a pasear y en ocasiones es él quien me ayuda a tomar aire fresco.
Un buen día, soleado y con las calles secas, el perro tenía unas ganas inusuales por salir, tanto que tuvimos que salir antes. Pensé que tal vez había bebido muchos líquidos. Salimos mas temprano de lo normal. Realizamos el mismo recorrido de siempre, pero fue muy diferente, conocí a alguien especial.
Pienso que mi perro fue cómplice del destino y en su corazón sabía que debía estar en el ese momento y en ese lugar. Caminando por una calle cerca, cuando el perro ya había vaciado sus reservas, me guió hacia una puerta en particular. La casa no tenía algo sorprendente, de hecho era muy normal comparada con todas las demás, pero justo en ese momento vi salir a alguien de ahí. Con cierta intriga me acerqué cauteloso a ella, mujer de ojos almendrados y de un tono café más claro que el mío, con un aspecto que me decía que acababa de despertar, pijama y sandalias no es un atuendo que se use para el trabajo normalmente. Pudo haber ido a la tienda, tirar la basura o ir al pan. Sea cual fuere el motivo de su salida, esa razón también estaba marcada en su destino. Mi perro de inmediato fue hacia ella y yo, apenado por la situación traté de jalarlo para que se contuviera. Sentí tanta vergüenza que solo me quedó ofrecer disculpas torpemente por su comportamiento.
Ella sólo sonrió, saludó a mi cachorro y al mirarme se quedó inmóvil por un tiempo. Con su sonrisa supe que estaba en problemas, supe en ese momento que mi vida corría peligro. Peligro porque podía cambiar mi rutina al pasear al perro, porque existía la posibilidad de enamorarme y muchos sabemos que eso no siempre es bueno cuando no conoces a la persona en cuestión. Tiene tanto tiempo que nadie me robaba el aliento que llegue a pensar que mi corazón estaba descompuesto, averiado pero sin heridas ni preocupaciones. Aún no sé si le gusto o solo juzgaba mi elegante forma de salir a pasear. De cualquier modo ese día me enamoré, deseo con ansias salir mañana y encontrarme a mi nuevo amor. Quiero saber todo de ella. Qué le gusta comer, qué le gusta hacer, quiero invitarla a salir, quiero caminar con ella y platicar, comer helado y hacerla reír, quiero volver a ser un adolescente torpe cuando intente sorprenderla. Quiero saber su vida, si se ha casado o aún espera a alguien.
Nuestro encuentro fue muy breve pero tan poderoso como una bomba atómica. Si no la vuelvo a ver al menos sé que conocí a un ángel. La espera puede ser larga y dejaré el siguiente encuentro en manos del destino, fue él y mi perro quienes me llevaron a ella y espero que así sea de nuevo, le pido a Dios que en la siguiente ocasión no tartamudee tanto y pueda decir algo más que una disculpa, ¿Algo como gracias por existir será suficiente o demasiado?


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