Hoy no me quiero levantar, anoche dormí tarde contando los lunares de tu espalda. Suena la alarma indicando que si despierto ahora llegaré a tiempo a trabajar, pero no tengo ganas de hacerlo. Disfruto mi trabajo pero me di cuenta que disfruto más estando acostado a tu lado. Pospongo mi alarma y el sueño se me espanta. Me detengo un momento para observarte, tu boca salivando me dice que sigues profundamente dormida. No puedo dejar de mirarte, tan tranquila y en paz; me pregunto qué soñarás, si también en tus sueños reímos como locos o es tu artista favorito el que cubre mi lugar.
Tal vez mis pensamientos fueron muy ruidosos para ti. Al parecer mi mirada fue muy intensa porque despertaste. Me miras medio dormida y sonríes tratando de estructurar un buenos días como un niño de dos años que discute con su mamá. Despacio pongo mi dedo índice para silenciar tus palabras en dialecto de bebé. Beso tus labios, reaccionas lentamente y acaricias mi pecho con la dulzura de tu amor por mí. Solo puedo pensar en lo feliz que soy. Me distraje por un momento y con calma te has colocado encima de mí. Pienso que tu cabello es más largo de lo que recuerdo, solo puedo ver tu sonrisa que destaca entre la oscuridad de la recámara. Estoy listo para ti, tu pelvis toca mi ombligo y siento que se llena como piscina de un microbito. Siento tus labios húmedos y tibios. Por alguna razón viene a mi mente nuestra primera cita; lo hermosa que lucías con tus jeans ajustados y tu blusa de flores. Sonriendo por todo y por nada, escuchando atenta mis pato aventuras de la infancia. Vuelvo a nuestro encuentro en la cama y comienzo a llorar con los ojos cerrados porque no veo otra forma para agradecer que llegaras a mí. Abro los ojos y al mismo tiempo entro en ti. Tu calor lleno de amor, el sagrado río de jade fluyendo hacia mis caderas. Como el regalo que el desierto da a los viajeros en forma de oasis. La estampida de tus muslos agita mi respiración, el brote de algún gemido unisono nos atrapó. Impresionado por tu destreza te miro feliz, contenta, olvidando las heridas de tu corazón. ¿Estaré haciendo bien entregándome al placer? Parece pecado tanta miel.
Comienza a amanecer y el sol se cuela por la cortina entre abierta para tocar tus senos descubiertos. Escuchando el canto de las aves a primera luz, termino la sinfonía con un pequeño grito de amor y guerra expulsando el linaje de mis ancestros entre tus piernas. Seguiré contando los lunares de tu espalda pues olvidé que hoy se descansa, se hace una revolución de amor y se desayuna a medio día.
Amor mío, mi dulce delirio, mi sueño íntimo y mi solemne desvarío, soy aquel ave que recorre los jardines del cielo, que palpita 200 veces por minuto, que encuentra en tu flor el néctar de amor para vivir, soy el suave toque del sol en tu piel, la sonrisa de un recuerdo alegre, el aleteo de paz, el guerrero de luz, la sombra que refresca un día soleado, el árbol de tu fruto favorito. Como dijo Elo Vit: "soy para ti, un poeta de magia blanca, guerrero maya y colibrí"

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