Por qué en mis dias de descanso y mi tiempo libre corro kilómetros para entrar a un temazcal difícil de soportar, no lo entenderías. Por qué cada semana ansío con todas mis ganas a que llegue de nuevo el día, por qué teniendo todo me despojo de lo que soy y busco en el vientre de la tierra un ápice de clemencia y humildad, por qué cada día rezo porque mis acciones sean dignas y agraden al creador, por qué anhelo ayudar a mis seres queridos y comprender a mis enemigos. En verdad, no lo entenderías.
Porque un verdadero guerrero no fue ni será el que tenga más victorias en el campo de batalla si no el que tenga menos enemigos porque los ha hecho sus aliados. Amando al prójimo es como se gana esta guerra y si no estas listo para luchar contra ti no te molestes en desenvainar tu espada. Es con el corazón con lo que ganaremos esta vez.
No lo entenderías, por qué adoro al sol y amo la luna y sus ciclos, por qué reconozco los elementos y los trato como seres que, aunque no vea existen para mí. No lo entenderías; que cada vez que rezo le pido permiso al fuego, al agua, a la tierra y al viento, que cada vez que lloro me arrodillo en la tierra y me identifico como hijo de la naturaleza. No lo entenderías, que apesar de ser un humano no concibo mi vida sin mi familia sagrada, sin las plantas y los animales y los insectos que habitan el planeta. Que al final de mis días, en esta y todas mis vidas, me debo a mis hermanos entendiendo que mis hermanos son todos los seres en este y otros mundos. No lo entenderías, porque el amor es la fuerza primigenia, la luz que me trajo al mundo, por la que vivo, por la que lucho y a la que me entrego con devoción. Porque para entenderlo, no hace falta ser erudito espiritual, para entenderlo debo sentirlo. Tal vez eso si lo entenderías.
