Siento que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude dormir tranquilo. Lo último que recuerdo es la cena que pase con mi novia en San Valentín.
Quise sorprenderla invitándola a cenar y al cine, mi mayor anhelo era que ella disfrutara tanto ese día como yo. No sabía conducir pero le pedí prestado el auto a mi papá que después de mucho rogarle y un curso intensivo de manejo me lo prestó a cambio de buenas notas en la escuela, él sabía que yo haría lo que fuera por impresionarla.
Recuerdo perfectamente la ropa que ella usaba, lucía tan hermosa que apenas me sentía digno de su amor. Usaba un vestido rojo con escote pronunciado que me permitía ver el espacio de su corazón en su piel, zapatillas rojas del mismo tono de sus labios. Se tomó el tiempo de alaciar su cabello. Cuando la vi salir de su casa en dirección al auto me quedé sin aliento. Yo renté un smoking barato porque lo invertí todo en el anillo de compromiso que iba a darle esa noche. Debí evitar beber tanto alcohol como me lo recomendó su mamá.
Fue la emoción del "si", la idea de pasar el resto de mis días junto a ella lo que me hizo perder el control en la quinta copa de vino. Estaba emocionadísima, no notó las señales de peligro al salir del cine. Verme tambalear al caminar y hacer bromas sobre sus padres hacían evidente mi estado de ebriedad. En mi defensa, el auto de mi padre era un clásico deportivo color vino tan intenso como la sangre que se derramó ese día. Íbamos sobre la autopista con la música y la velocidad a tope. Nos fugaríamos, la euforia era infinita.
Recuerdo voltear a ver a mi novia, puedo ver el brillo en sus ojos y la sonrisa que me decía sin palabras que me amaba mucho, yo me perdí en su expresión. No sé de dónde salió ese tráiler, no sé quién de los dos iba más intoxicado.
De pronto todo se apagó...
Despierto en mi cama exaltado, con la ropa manchada de sangre y el rostro destrozado. Busco a mi madre por toda la casa pero ahora vive otra familia, aquí nadie me nota ni puede escucharme, la impotencia de no saber lo que sucede me consume y arrojo cosas por todas partes. Los residentes se vuelven locos por los ruidos, puedo sentir su frustración y solo entonces salgo corriendo al domicilio de mi novia para contarle lo sucedido.
Toco el timbre y nadie me abre, así que decido atravesar la puerta de coraje. Busco sin cesar al amor de mi vida. Ella descansa sobre su cama, tiene aparatos y tubos a su alrededor. Su familia la rodea y llora a su lado. Grito desesperadamente pero como sucede estos últimos días, nadie me nota. Su cuerpo sigue recostado. Estoy muy confundido y tengo miedo, hay algo que no había notado; ¿Cómo puedo llegar tan rápido a todos lados? ¿Por qué nadie me nota cuando paso cerca? Hay una verdad que no he querido ver. Mi alma ha estado vagando por los lugares que solía recorrer, a partir de hoy mi novia me acompaña. Ese día de San Valentín morí en un accidente cuando el tráiler impactó el auto de mi padre. Al menos algo pude cumplir, pasar el resto de mis días con mi amada en nuestro nuevo hogar a un lado de la carretera.
