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jueves, 27 de julio de 2023

El aprendiz II

Al entrar a la casa se sentía mucho frío y apenas entraba la luz del exterior, Armel me comentó que este tipo de ceremonias deben hacerse durante el día, cuando el sol es nuestro aliado. Me indicó encender mi salvia y recorrer cada espacio de la planta baja para limpiar el lugar. Él entonó otro canto y su voz resonaba en toda la casa. con el aroma a salvia por todos lados llegó el momento de subir a las recámaras. Al llegar al descanso de las escaleras se escuchó una carcajada tenebrosa seguida del nombre de tradición de mi maestro, -¡Ollin!, ¡Ollin! ¡Ven aquí escuincle travieso!- de nuevo mi piel se erizo pero ni Armel ni yo nos detuvimos ante los gritos. Era mi primer ceremonia pero no me sentía nervioso ni asustado, todo lo contrario, estar cerca de mi maestro me infundía valentía y determinación.

Llegamos al cuarto en cuestión, despedía un hedor a carne podrida y almendras, era un olor muy desagradable además estaba completamente oscuro a pesar de que dejamos la puerta abierta. Armel me pidió llenar mis manos de tabaco y poner en mi boca unas hojas de salvia seca. Él por su parte colocó su tambor en una de las sillas que se encontraba en la habitación e hizo un sonido peculiar con su boca, como si estuviera rumiando, es el sonido que algunos mamíferos hacen mientras comen por segunda vez sus alimentos y en el caso de los humanos se hace al masticar alguna clase de hierba, lo curioso es que no vi que se llevara nada a la boca. Cuando producía ese sonido se escuchaba un ligero lamento en el cuarto, como si ese ruido molestara a la entidad. Mi maestro sonreía mientras rumeaba, el olor se atenuaba al igual que la oscuridad. 

Logramos observar a la chica sentada en la cama con la cabecera en su espalda, lucía demacrada, cansada y desaliñada, con una mirada triste y sin brillo. Armel la miró y le preguntó:

-¿Desde qué tiempo vienes?- sonó muy extraña la forma de expresarse pero más rara aún fue la respuesta.

-De tu primer encarnación Ollin, he venido a darte un mensaje-. Dijo la chica con una voz grave y profunda, sin rastro de feminidad alguno.

Mi maestro la miró fijamente, sabía que no era la chica quien hablaba en ese momento y con un ceño apenas fruncido preguntó de nuevo -¿Tan importante soy para ustedes que rompen las leyes de los viajes estelares?, ¿Sabes que hoy es tu último día de existencia en todos los planos, todos los tiempos y todos los planetas?-. Mientras decía estas palabras caminaba alrededor de la cama dejando caer con su mano izquierda un poco de tabaco haciendo un circulo en torno a la cama, solo faltaba la cabecera.

-¡Mientes! me han prometido alimento de alta calidad si te daba el mensaje-. Exclamó la chica con un tono nervioso que escondía cierto miedo por lo que Armel le dijo antes.

-Habla ya y acabemos con esto, tengo cosas más importantes que hacer- comentó mi maestro con cierta indiferencia.

-Vendrán por tu alma, no uno ni dos, serán legiones enteras, te metiste con la colmena equivocada, tu época de cazador está llegando a su fin, solo esperan la orden, el día y el lugar para llevarte al abismo, te harán vivir horrores una y otra vez para alimentarse de tu sufrimiento. Yo mismo comeré de la miel de tu mied...-. Antes de terminar se le cortó la voz y parecía que se asfixiaba, sus ojos desorbitados se abrieron como buscando desesperados un ápice de vida.

Armel no hizo más preguntas, elevó su espíritu, tanto que podía sentirse el calor que emanaba de su cuerpo, su temperatura corporal se elevaba, yo me encontré todo el tiempo detrás de él, arrojando tabaco de la misma forma que él lo hacía pero permanecí en silencio, hoy creo que el tabaco y la salvia me hicieron invisible ante la entidad o al menos evitó que fuera objeto de distracción para alguno de los dos. 

Llegó el momento, mi maestro hizo una inhalación profunda y al exhalar mencionó la palabra "Alce" de nuevo, fue entonces que salió una sombra densa de la espalda de la chica, ella se recostó agotada y boca arriba en su cama y la sombra recorrió la cabecera hacia el techo, Armel alzó la mirada, observó la sombra, cerró los ojos y susurró algo, una frase corta, al terminar extendió los brazos con las palmas hacia arriba, no se veía nada pero de sus manos brotaba un calor intenso, como si el calor que había generado antes se concentrara en sus manos, poco a poco la sombra descendía del techo como un hilo delgado hacia las palmas de Armel desvaneciéndose al estar cerca de ellas. Realizó otra inhalación profunda y al exhalar entonó nuestro canto para invocar al fuego, sin sonido de tambor y resonando en todo el cuarto. Cuando terminó no quedó ningún rastro de la entidad, la chica parecía estar dormida pero la expresión en su rostro lucía más tranquila y apacible. la luz de la ventana ahora lograba entrar al cuarto, apareció un aroma a fogata, a leña quemada. Armel bajó sus brazos y con una última respiración desapareció el calor de sus manos y su cuerpo para después acercarse a la chica y asegurarse que estaba bien. Yo estaba aliviado y contento de haber ayudado a mi maestro. Cuando Armel tomó su tambor de la silla me di cuenta que ya habíamos terminado. Me pidió arropar a la chica y salimos a donde la profesora, en el patio de la casa. 




viernes, 21 de julio de 2023

El aprendiz I

Una tarde lluviosa de regreso a la cabaña de mi maestro vi a lo lejos al mensajero del pueblo, lucía pálido y muy asustado, caminaba en dirección contraria a la mía. Al verme aceleró el paso y cuando nos alcanzamos me dijo exaltado: -Ustedes están locos, solo alguien sin cordura se atrevería a enfrentarse a las fuerzas del mal-. Sin entender lo que pasaba, aceleré el paso para llegar pronto a mi destino, como si con ello pudiera evitar que la lluvia me mojara menos. 

Llegando a la cabaña le conté a Armel, mi maestro, lo sucedido. Mientras me secaba y guardaba la despensa en la alacena, mi maestro se dirigía al comedor de madera viejo que estaba en el centro del lugar y arrastrando la silla encendió su cigarro de tabaco artesanal, de esos que vende la curandera del pueblo, mezcla dulce de anis con tabaco que relaja todo tu cuerpo y que Armel solo enciende cuando se prepara para un exorcismo. -¿Estudiaste los cantos que te di?- guardé silencio al no tener una excusa para mi falta, entonces Armel me dijo: -Hoy entenderás la importancia de los cantos, si quieres ser mi aprendiz no solo debes ir al pueblo por comida, necesito compromiso, entrega y amor por el servicio, tal vez tu juventud no te permita verlo pero somos guerreros de la luz, estamos esparcidos por todo el país atraídos por las fuerzas oscuras que acechan pueblos como este, con la única finalidad de proteger a nuestros hermanos-. Era la primera vez que me hablaba tan serio, se me caía la cara de vergüenza. -Arregla tu morralito con medicina y trae tu tambor, hoy nos toca ganarnos la chuleta-. Solo esperaba mi regreso para irnos rumbo a la casa de la profesora de primaria del pueblo, parece ser que a su hija la "embrujaron"  o eso es lo que dice el doctor, joven practicante que ha visto los horrores de la magia negra en este lugar pero se niega a pedir ayuda a mi maestro cuando se presentan estos casos. 

Durante el camino dejó de llover y vimos a un ciervo blanco atravesar el sendero del bosque con calma, parece que notó nuestra presencia pues se regresó para mirarnos fijamente. Medía más de dos metros de alto, majestuoso y con gallardía, sus astas eran enormes y frondosas, si hubiese querido nos atraviesa a ambos en un parpadeo, un animal así puede intimidar hasta al más valiente. Yo estaba tan sorprendido que no me di cuenta de lo que Armel hizo al ver al ciervo. Con una rodilla en el lodo y otra flexionada, agachó su cabeza en señal de respeto al animal y mencionó la palabra "alce" en la lengua nativa de los cantos, cuando recuperé el aliento noté que el ciervo hizo una reverencia similar, como si el ser reconociera al maestro y supiera a donde nos dirigíamos. El suceso terminó cuando escuchamos un grito desgarrador cerca de ahí, el animal siguió su camino y Armel aceleró el paso rumbo a nuestra misión. 

Al llegar a la casa notamos que la profesora estaba en el patio sollozando sin percatarse aún de nuestra presencia. Armel silbó de forma peculiar, fue entonces que la profesora alzó la mirada y su rostro se iluminó, sonrió aliviada, corrió a los brazos de mi maestro y permanecieron abrazados por unos minutos. Armel sostuvo su cara entre sus manos y con una mirada amorosa le dijo: -Todo va a estar bien Marlene-. ella soltó una risa nerviosa junto con un par de lágrimas, no tenía palabras para expresar lo que sentía pero yo pude percibir su vibración, como si el pecho se me llenara de calor, es el chackra del amor. Pienso que alguna vez fueron algo más que simples conocidos pero Armel no me ha enseñado telepatía así que por ahora me quedaré con la duda.

De pronto el cielo se nubló, la puerta de la casa de Marlene se abrió sola, se me erizó toda la piel. Fue entonces que mi maestro me pidió consagrar el lugar. Saludé a los rumbos con tabaco y encendí salvia pidiendo permiso para llevar a cabo la obra, sentí un calor más tenue en mi pecho. Armel me enseñó que esa era la señal de mis abuelos, es la forma en que ellos me dicen que están conmigo. Escuchamos un grito más y sin perder el tiempo Armel sacó el tambor de su morral, comenzó a entonar nuestro canto de protección y dirigiéndonos lentamente a la casa supimos que la ceremonia había comenzado...




Hombre de campo

Este es un homenaje para los hombres que tuvieron que ahogar sus tristezas en los lugares que estaban permitidos, cuando ir a terapia no era...

Acerca de mí

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Me apasiona escribir y compartir mis emociones y pensamientos con los demás, pienso que eso enriquece mi propio aprendizaje, soy alguien con una mente curiosa y tenaz.