Es un día lluvioso, hemos terminado de trabajar y cerramos las computadoras para descansar un poco. Después de hacer yoga preparo té para dos. Te observo sentada cerca de la ventana, la lluvia te hipnotiza y yo me pierdo en tu rostro, amo la forma que toma tu cabello cuando recorre tu mejilla hasta tu cintura, usas una sudadera de felpa, muy esponjosa. Te llevo el té y me acomodo detrás de ti, dejamos las tazas en una mesita y contemplamos la lluvia, su sonido nos relaja, tanto que poco a poco vas dejando tu cabeza recargada en mi brazo derecho, susurro a tu oído que descanses y sonríes como señal de afirmación. Mientras duermes pienso en lo bella que es la vista desde el 5° piso de nuestro departamento.
Después de un rato mi brazo se durmió, te despierto para llevarte a la recámara, te cargo entre mis brazos y tú me abrazas por el cuello. Estás más dormida que despierta, hoy fue un día pesado para ti así que decido arroparte y dejarte descansar, cuando me dispongo a retirarme me tomas de la mano y me pides que me quede contigo, tenía pensado prepararme cereal y leer un poco, pero esos placeres no se comparan con estar cerca de ti. Me acomodo delante de ti y mi pecho te sirve de almohada, afuera sigue lloviendo y hace un poco de frío, me gusta que subas tu pierna a mi estómago, siento que cada parte de ti me abraza, así nos quedamos dormidos.
Ya de madrugada, me despiertas acariciándome despacio con las yemas de tus dedos, como nos dormimos temprano, el sueño se nos ha ido y el control del televisor está lejos así que solo se nos ocurre amarnos, la lluvia continúa y nos ayuda a marcar el ritmo de nuestra pasión. Con cautela te quito la sudadera, sonríes de forma traviesa por mi cara de asombro, no tenías nada debajo y yo me sonrojo, he visto tu cuerpo muchas veces, no deja de sorprenderme y a ti no deja de gustarte mi rostro, como si fuera un niño en un parque de diversiones. Me dispongo a besar tu hombro izquierdo, siento de inmediato que se eriza tu piel y siento un espasmo en mi columna vertebral, creo que esto se va a descontrolar, levantas tu cara al cielo y aprovecho para morder tu cuello, con tus manos sostienes mi cabeza y ahora es mi piel la que se eriza, me quito la sudadera y los músculos de mi espalda se marcan, algo que te encanta. Despacio, me acomodo encima de ti, comenzamos a besarnos, no sé cuánto tiempo pasa pero sé que ahora estamos húmedos. Nuestro ritmo es tan armonioso que sin esforzarme ya estoy dentro de ti, se escucha la humedad y el movimiento debajo de las sábanas y continuamos así por un tiempo, de repente el ritmo se acelera, luego disminuye, entre un te amo y algún jadeo tus piernas explotan, comienzas a temblar y siento tu placer por mi columna, tu uñas se clavan en mi espalda, acelero el ritmo sin darme cuenta, nuestras glándulas pineales se calientan, estamos llegando al clímax. De pronto nos detenemos, podemos sentir nuestra respiración, el pulso de nuestra sangre, parece un solo latido, nos miramos a los ojos, aún en la oscuridad nuestras pupilas brillan, nos ha invadido una inmensa alegría, el éxtasis comienza, las miradas se llenan de compasión, del sexo pasamos al amor, del amor a la conexión con el universo, siento como nuestras almas flotan, como si la gravedad se debilitara, entrelazamos nuestras manos y nos besamos, decimos cosas tan cursis que lloramos juntos, entre besos y frases comienza a amanecer, tenemos paz y antes de dormirnos nos abrazamos. Mañana será domingo y parece que no haremos nada, solo descansar y agradecer por estos días lluviosos.




