Esta es una historia de amor y admiración hacia una persona especial.
Dicen que los amores vienen representados en pequeñas personas que hacen que tu vida se sienta bastante grande, te marcan con su esencia, su calidez humana y su amor.
Él era joven y guapo, estatura de 1.70 aproximadamente, tenía unos ojos color café intenso que reflejaban ternura, lealtad y confianza, tenía la voz como la de un ángel, su cabello era color negro, un poco largo y rizado, tenía ojos grandes, nariz perfecta, labios gruesos y una personalidad que despertaba la curiosidad de cualquiera a su alrededor, un chico bastante inusual.
Tocaba la guitarra como un Dios, tanto que te llevaba a ser parte de una canción, y escribía como el mejor de los poetas, era virtuoso, respetuoso con la gente y la naturaleza, sabio y fuerte cuando se trataba de serlo, le agradaba ayudar a la gente, escuchar con atención cada una de las cosas que tenían todos para decirle, su corazón parecía estar hecho de pequeños pétalos de rosas y su fragancia corporal era angelical, suave y al mismo tiempo impregnante a tu cerebro, dejaba su esencia por doquier, su risa era escandalosa, pero sincera, tendía la mano a cualquiera que lo necesitaba y con su voz arrulladora los tranquilizaba, sus movimientos y gesticulaciones eran propias de su naturalidad, era el chico más interesante para mis ojos, era un buen amigo y la mejor compañía en el mundo, en sus abrazos se sentía la paz, la neutralidad de su alma y la calidez que existía en su corazón.
Su cerebro era lo máximo, pensaba en grande, cuidaba cada palabra y cada más mínimo detalle para no lastimar a los demás con sus pensamientos y acciones, era realmente el más bello ángel que uno pudiese conocer.
Andaba libre por la vida, existiendo con sus manos tibias, su mirada impactante, su voz grave, su rostro angelical y su sonrisa tan perfecta que hasta lograba cambiarle la vida a cualquiera en tan solo un instante, era muy difícil que alguien pudiera resistirse a recibir su amor, su amistad o mínimo su atención por un segundo.
Podías confiar en él, en que jamás te daría la espalda, pues sabia el significado de la lealtad, tenía el don de la paciencia y del amor, y el don de enseñar y compartir, todo aquel que le conociera solía ser afortunado, conocerle era como estar en el paraíso teniendo una visita con Dios pero sin despegar los pies de la tierra.
Su compañía se sentía como el aire fresco que se necesita respirar cada mañana, como la lluvia que necesitan las tierras en tiempos de sequía, como el vaso de agua para cuando tienes sed y la comida perfecta cuando estas hambriento, como las ganas de vivir entre tanto caos, como quien te cambia la vida con solo respirar, era como un amuleto de la buena suerte, algo como el amor de tu vida.
Como el abrigo para cuando tienes frío,el refugio para cuando quieres llorar y tú lugar favorito en tu hogar.
A. Baez.