Bendita oscuridad, que en tus alas caemos cada día al dormir y nos despedimos al despertar. Ven a mí de nuevo que quiero evolucionar. Tan temida como una pesadilla, tan odiada como un acto de cobardía, ven a poseerme de ira.
Parece que la gente olvida y olvida rápido sin cesar. Que para que exista la luz debe existir la oscuridad.
Ven y cubre mi alma de ti, ven y enséñame a atravesar las difíciles pruebas que solo los guerreros de la luz se atreverían a sentir.
Dejo de negarte para honrarte e integrarte. Contigo renace una mejor versión de mi. Mi capullo de oruga que da forma a mis alas de luz y libertad, dame el placer de errar. Cuando me hayas mostrado mis áreas de oportunidad, ve a dónde debas ir, sé negada y temida por aquellos que no saben nada de ti.
Los fanáticos, los soberbios, los que se dicen benditos, los que nunca fracasan delante de la gente, los que lo saben todo sin saber nada, aparentemente. Los ricos de palabras y pobres de sabiduría. Ve con quién no te conozca, con quién jure nunca tener malos días, los que siempre están de buenas y nunca tropiezan. Muéstrales que son las heridas del alma lo que nos une como humanidad, muéstrales que en las caídas se encuentra la verdadera humildad.
Y cuando te reconozcan como parte inherente de la luz, abre sus caminos a la paz. Es necesario sentir la derrota en tus manos para cambiar. Es necesaria la noche más oscura para sentir el éxtasis del alba en nuestra faz.

